Si te has involucrado en un accidente, no solo es importante que cuentes con un abogado experimentado en lesiones personales en Los Angeles que te represente, sino que también conozcas todas aquellas cosas que debes tomar en cuenta durante el proceso legal y a las que también tienes derecho.

Estamos muy acostumbrados a escuchar el término “daños económicos”. Al momento de tratar de obtener una compensación por daños, los daños económicos se refieren a todos aquellos gastos que surgieron como consecuencia del accidente. Estos pueden ser: facturas médicas, costos por rehabilitación, medicamentos, daños a propiedad, perdida de trabajo y por lo tanto de ingresos,  entre otros.

Sin embargo, no todas las personas saben que también pueden obtener una compensación por lo que llamamos “daños no-económicos” o “daños no-físicos”. ¿A qué se refieren estos?

Pues bien, en general, muchas personas se refieren a ellos utilizando el término de “dolor y sufrimiento” aunque estos daños pueden ir mucho más allá de eso. Establecer una cantidad por este tipo de daños es más complejo y subjetivo, y muchas veces es el juez quién decide la cantidad que se debe pagar para cubrirlos.

Los daños no económicos no se pueden poner en términos monetarios, ya que muchas veces estos se refieren al impacto emocional que una persona tuvo en su vida como consecuencia del accidente. Aunque el dolor y el sufrimiento están incluidos, también lo están la angustia mental, la angustia emocional, discapacidad o desfiguración en casos más graves, que a su vez implican otro tipo de consecuencias: pérdida de la capacidad para trabajar y generar ingresos, pérdida de las ganas de vivir, pérdida de un ser querido, compañía o un cónyuge, humillación y vergüenza por verse involucrado en este tipo de situaciones, etc.

Algunas veces las personas pueden desarrollar afectaciones mentales después de un accidente como puede ser ansiedad, ataques de pánico y/o síndrome por estrés postraumático. Todas estas consecuencias deberán ser consideradas al momento de incluir y establecer los daños no-económicos que la persona merece. Sobre todo cuando ya no podrá trabajar o cuando alguien muere dejando a sus seres queridos a la deriva.